Un peluche/llavero colocado en el ficticio muro de Berlín
Un delfín en la piscina de una urbanización inventada.
Una comba convertida en una serpiente juguetona.
Una pequeña nariz de payaso bajo una gran obra pictórica.
Una mesa desmontable con viejos proyectos personales en la entrada.
Y como guinda, la visita de dos personajes llegados con retraso para seguir poblando nuestros espacios inventados:
Un duro karateka